Querido Pavo,
Lo que viviste no te define.
Lo que perdiste no te vacÃa.
Y lo que ganaste —aunque cueste verlo ahora— es más valioso que cualquier cifra: claridad, fuerza, y el coraje de volver a empezar.
Esta no fue la primera caÃda, pero fue distinta. No por el golpe, sino por lo que hiciste al levantarte. Llamaste a quien te quiere, buscaste apoyo, escribiste para ordenar tu alma. No elegiste hundirte en silencio. Elegiste sanar.
Recordá esto: las emociones no te debilitan, te enseñan.
La rabia te encendió, pero no te consumió.
La tristeza te tocó, pero no te quebró.
El miedo te habló, pero no lo obedeciste.
Nunca más desde cero.
Porque tu historia no empieza hoy, viene llena de lecciones, de decisiones sabias y otras dolorosas, pero todas tuyas.
Y sobre todo: vos seguÃs acá. Más fuerte, más claro.
No necesitás venganza.
Necesitás verdad, calma, propósito.
Y ya estás en ese camino.
Con respeto y con orgullo,
tu yo que renació en el fuego.